Leonardo Gómez Cortés
Fuente: ASFADDES
1. Estudiante (Institución: Colegio Bravo Páez)
1. Dirigente estudiantil -
Hechos
El miércoles 16 de noviembre de 1983 en Bogotá, D.C, fue hallado en la carrera 15 con calle 15 el cadáver del joven estudiante, LEONARDO GÓMEZ CORTÉS, de 19 años, presidente del Concejo Estudiantil del colegio Bravo Páez de la capital de la Republica. El dirigente estudiantil fue encontrado con un disparo en la cabeza y con signos de haber sido golpeado brutalmente antes de su muerte. Misteriosamente, Gómez había desaparecido desde el día anterior. Leonardo Gómez era victima en los últimos meses de continuas persecuciones por parte de los cuerpos represivos y el 19 de julio del presente ano su casa le había sido allanada y él conducido a los calabozos del F-2 (1).
Cuando dos de sus amigos desaparecieron, Leonardo Gómez, de 19 años de edad, salió a las calles a marchar contra el olvido y la impunidad, para que sus compañeros regresaran a casa; sin embargo, meses después, el desaparecido sería él: salió el 14 de noviembre de 1983 a comprar unos materiales escolares y no regresó, apareció muerto y con signos de tortura. Desde entonces, su hermana Gloria dio rienda suelta a una lucha cercana a cumplir 30 años, dirigiendo la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos (Asfaddes), una organización que le ha abierto los brazos a un drama al que la sociedad le ha dado la espalda (2).
Hace 34 años vivo en función de la búsqueda. Dos de mis hermanos fueron desaparecidos. Encontré el cadáver de Leonardo poco después de su desaparición, en 1983, y llevo tres décadas buscando a Luis. Al primero lo hallé destrozado en Medicina Legal, en Bogotá, pero aún no sé quién ordenó asesinarlo.
Leonardo también era buscador: buscaba a dos amigos del colegio que desaparecieron en el 82. Y es que tras una desaparición suele desatarse una cadena de desapariciones. Cinco años más tarde, Luis, que buscó a Leonardo y al resto de jóvenes, fue desaparecido en Tibú, Norte de Santander. Desde 1988 he recorrido una y otra vez ese departamento. Llegué al sitio donde, según los lugareños, sus victimarios lo reventaron a golpes. Pero me di cuenta de que buscar en soledad es difícil. Por eso, me junté con los miembros de la Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos. Ingeniamos métodos de búsqueda solidaria. Nos distribuíamos en grupos y recorríamos las estaciones de Policía, los hospitales, el anfiteatro y las calles cercanas a las que identificamos como zonas de tortura. Tal era el caso de la calle 45 con carrera 15, donde el grupo paramilitar ‘Morena’ tenía su sede.
Organizamos las jornadas de búsqueda por Cundinamarca. Recorrimos municipios y descubrimos botaderos de cadáveres como el del Alto de la Virgen, en la carretera que conduce a Choachí. En esas jornadas, nos hicimos amigas de los sepultureros y de los ‘chulos’, es decir, de los promotores de servicios funerarios.
Cada vez que sabían de un nuevo NN nos informaban e inmediatamente íbamos a verlo con la esperanza de que fuera uno de los que buscábamos. También leíamos los periódicos vespertinos. Los titulares anunciaban ‘se halló un cuerpo en tal lugar’. Y allí llegábamos. A finales del 88, preparamos la llegada del grupo de trabajo sobre desapariciones forzadas de la ONU. Nos repartimos por todo el país. Documentamos cientos de casos que luego entregamos a los investigadores. La ONU corroboró que la desaparición forzada sí existía en Colombia y manifestó la urgencia de tipificar el delito. Eso, sin embargo, solo ocurrió 12 años después (3).
Fuentes:
- 1. VOZ La verdad del pueblo - Noviembre 24 de 1983
- 2. ''ELLOS A NADIE LE IMPORTAN'' - elespectador.com 6 Abr 2012
- 3. LAS MUJERES A LAS QUE LA GUERRA LAS OBLIGÓ A VOLVERSE DETECTIVES - EL TIEMPO, 22 octubre 2017